Infidelidad. Vallados protectores

Infidelidad: levantando vallados protectores

¿Cuál es la causa de la infidelidad? ¿Se responde a una necesidad de novedad en el sexo? ¿Es revancha o señal de insatisfacción sexual? ¿Se planifica o simplemente ocurre? En definitiva, la monogamia, ¿es posible?

¿Podemos coincidir con el psicoanalista Daniel Waisbrot? Él dice: “La pareja monogámica es una imposición de la cultura, no es algo de la naturaleza… por lo tanto, deja huecos todo el tiempo e insatisfacciones por donde una infidelidad puede aparecer…”.

Si la monogamia no existiera y la infidelidad fuera esperable desde lo biológico, ¿por qué surgen los deseos de venganza, el dolor por la traición o la ira implacable al descubrir el engaño? Dicho de otro modo, ¿por qué el ser humano no acepta la infidelidad como hacen algunos animales? Nunca se vio a un perro en escenas de celos porque su pareja tuvo cachorritos de otro can.

La misma naturaleza desmiente el dicho de este ‘especialista’. El 99% de los monos tití establecen un vínculo de por vida. Los flamencos, los hipocampos o caballitos de mar, los escarabajos americanos, los ratones de pradera, las avutardas, y podríamos seguir la lista con otras especies que son ejemplos “naturales” de monogamia. Estos animalitos, instintivamente, viven vínculos monogámicos; ¡cuánto más el ser humano que puede discriminar las acciones y elegir las conductas! En definitiva, en la humanidad la monogamia es una elección de vida, una elección de cada día.

¿Por qué es tan difícil ver la infidelidad como una elección? ¿Por qué endilgar la culpa a algún resabio de la naturaleza?

Querer justificar la infidelidad desde lo “natural” es facilista y lo único que demuestra es la poca conciencia del aspecto espiritual, esperable en quien no conoce al Señor pero inadmisible en quien diciendo que lo conoce lo niega con su vida.

Quizás la idea de justificar la infidelidad surja por lo común de este comportamiento. Susan Barach asegura que seis de cada diez mujeres han tenido alguna relación extramatrimonial. La consultora D’Alessio Irol señala que el 48% de los varones encuestados reconoció haber tenido sexo con más de diez personas distintas.

Lo cierto es que existe la misma probabilidad para la fidelidad como para la infidelidad. La promiscuidad, la fidelidad o la abstinencia son elecciones; lo que no pueden elegirse son las consecuencias que se derivan de los distintos comportamientos. Las secretas concesiones conducen a enormes degradaciones.

¿Se puede ser infiel sin contacto físico? ¿Es posible engañar al cónyuge sin intimidad sexual?

Jesús dejó bien en claro que no es necesario que el adulterio involucre los genitales“Yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón”, Mateo 5:28 (NVI). Hoy en día se permanece mucho más tiempo en el trabajo que con el cónyuge. Este medio facilita las amistades especiales, es decir, personas con las que da gusto hablar, trabajar y relacionarse de modo más directo. Comienzan los coqueteos, las insinuaciones y conversaciones íntimas y privadas, las que, finalmente, provocarán conexiones emocionales muy fuertes. “La sabiduría te librará de la mujer (persona) inmoral, de las palabras seductoras de la mujer (persona) promiscua… Entrar a su casa lleva a la muerte, es el camino a la tumba”, Proverbios 2:16-18 (NTV).

En la infidelidad emocional el vínculo afectivo es muy fuerte, con dedicación de tiempo, atención e intimidad creciente. Los pensamientos se centran en esa persona y los mejores sentimientos son para ella. Aunque no exista contacto físico existe un quiebre en la relación marital y una pérdida de la honestidad. Se falla en la integridad.

Lo diabólico de este tipo de infidelidad es que las personas involucradas pueden engañarse a sí mismas, creyendo que la relación “no ha llegado a mayores”. Sin embargo, ese “alguien especial” es mucho más cercano y querido que la propia pareja. La infidelidad emocional puede ocasionar tanto daño como la estrictamente sexual.

He aquí algunas razones por las que una persona podría cruzar el umbral de la santidad y quedar “enganchada” emocionalmente con alguien que no es su pareja:

  • Escasa vida espiritual. Siempre que aparece un pecado debemos desandar el camino hasta el punto en el que perdimos la comunión con el Señor. Ninguna de las causas que a posteriori se mencionarán son por sí solas suficientes para desencadenar comportamientos contrarios a la Palabra de Dios.
  • Aceptación del divorcio como una opción válida para los cristianos. Es necesario ser francos en este aspecto, aun cuando se contraponga con el concepto generalizado de la sociedad e inclusive de la iglesia. No podemos cambiar la Palabra de Dios, recortando lo que no nos agrada; más bien debemos adecuar nuestra vida a ella. Si el divorcio no fuera una opción, las parejas harían los ajustes necesarios para que el matrimonio funcionara. Pero para qué tomarse tantas molestias si podemos terminar la relación y comenzar otra desde cero y, si no nos agrada, el ciclo comienza nuevamente con otra pareja. Traigamos a la memoria el texto de Marcos 10:2-12: “Unos fariseos se acercaron… con la siguiente pregunta: ¿Está bien permitir que un hombre se divorcie de su esposa? Jesús les contestó con otra pregunta: —¿Qué dijo Moisés en la ley sobre el divorcio? —Bueno, él lo permitió —contestaron —. Dijo que un hombre puede darle a su esposa un aviso de divorcio por escrito y despedirla. Pero Jesús respondió: —Moisés escribió ese mandamiento solo como una concesión ante la dureza del corazón de ustedes. Pero, desde el principio de la creación “Dios los hizo hombre y mujer”. Esto explica por qué “un hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo”. Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido. Más tarde, cuando quedó a solas con sus discípulos en la casa, ellos sacaron el tema de nuevo. Él les dijo: El que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio contra ella. Y, si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”, NTV.
  • Vacío emocional. Cuanto más distanciada esté una pareja, mayor será el riesgo de comenzar una infidelidad emocional. El distanciamiento no necesariamente será físico; el emocional es mucho más peligroso. Los vacíos afectivos, las carencias amorosas y la falta de apego a la pareja pueden dar lugar a una nueva e intensa relación fuera del matrimonio. Pequeñas distracciones que conducen a graves errores.
  • Falta de interés. Poco a poco se instala una especie de embotamiento. Ya no importa la cercanía. Si él o ella está, o no, da lo mismo. Cada uno de ellos siente que vive “en paz” cuando está solo/a, y agobiado/a cuando comparte el espacio con su pareja. Las críticas mordaces y los insultos solapados van haciéndose más frecuentes hasta que se transforma en la manera de relacionamiento diario. La intimidad es rutinaria, espaciada y poco gratificante. “Normalmente cuando una pareja pasa por una etapa de desencanto y la rutina se instaura como pauta de funcionamiento, crece la posibilidad de la infidelidad emocional. Si solo deseo que llegue el lunes para poder verlo/a en el trabajo, si constantemente quiero hablar o chequear el e-mail para ver si me ha escrito, significa que el fuego está cerca. Aquí puede surgir el engaño, la culpa y el remordimiento”.15
  • Ausencia de comunicación. Las palabras, gestos y acciones pueden favorecer o entorpecer la intimidad. La licenciada Analía Mitar dice: “Hay que fomentar y sostener una buena comunicación, tanto sobre temas cotidianos de la vida como en el plano sexual. Es decir, hablar, compartir fantasías sexuales y generar el tiempo para las distintas emociones que se ponen de manifiesto en los juegos sexuales. También se debe tratar de buscar nuevos escenarios para la pareja, hacer cosas atrevidas y fuera de la rutina, que no solo sean sexuales sino divertidas. Eso incrementa la sensación de sentirse a gusto con el otro. Y suma mucho a la relación”.

La mejor manera de evitar la infidelidad emocional es fortalecer tu pareja, a la vez que colocas un freno a las otras relaciones. Recuerda, uno nunca está inmune a este tipo de tentaciones. El hecho de estar casado/a no apaga necesariamente el deseo por otras personas, por lo que te recomendamos, si reconoces que estás pasando un tiempo de cercanía emocional con un compañero/a de trabajo u otra persona y tu relación matrimonial es totalmente madura, coméntaselo a tu cónyuge. El compartir tu tentación puede generar mayor intimidad y acercamiento. Sabemos que es difícil pero piénsalo de esta manera, mucho más difícil será para tu cónyuge sobreponerse al engaño y restituir la confianza en caso que la relación continúe, que ayudarte a superar esta tentación sin condenación y con mucho amor.

Evita el contacto y la intimidad con personas distintas a tu cónyuge. Modifica tu rutina. Redirecciona tu pasión. Tu familia merece el esfuerzo.

El contenido de la presente lectura corresponde al capítulo 26: La sombra de la infidelidad, del libro Matrimonio con futuro.

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