Invitación a la vigilia
¿Cómo lograremos los objetivos espirituales?
La primera responsabilidad es recuperar la presencia del Señor. Concéntrense en esto. Oren y hagan vigilias de intercesión. Jesús hacía noches de vigilia que lo conectaban con su propósito. Lucas 6:12: “Cierto día, poco tiempo después, Jesús subió a un monte a orar y oró a Dios toda la noche”, NTV. ¿Por qué creemos que con nosotros será diferente?
Para ayudarlos los invitamos a las vigilias de oración los martes desde las cuatro de la madrugada hasta las siete de la mañana. Pueden conectarse al siguiente link: https://www.youtube.com/channel/UCj6QIkpXkBF9QGKiw1KnhJQ
Estas semanas no son meramente para capacitación intelectual. Queremos que sean espiritualmente efectivas sobre sus vidas, que el diablo tenga que huir de las áreas en las que está estorbando y que toda la familia reciba la bendición del Señor. Y eso no depende de Dios ni de nosotros, sino de ustedes. ¡Es hora de actuar!
Algunas modificaciones que permitirán una atmósfera en la que Dios se sienta cómodo:
- Tomen una decisión firme. Es necesaria la firme determinación de buscar a Dios sin reservas, perezas ni ambigüedades. Muchos creyentes son una mezcla de ‘quiero y no quiero’: quiero las bendiciones de Dios, pero no quiero pagar el precio de la consagración. Las palabras del profeta Elías son oportunas: “¿Por cuánto tiempo van a estar cambiando de dios?”, BLS. “¿Hasta cuándo seguirán dudando?”, PDT. “¿Hasta cuándo van a seguir indecisos?”, NVI (1° Reyes 18:21).
- Procuren la unidad. Esfuércense en ello. No pueden seguir criticando a la pareja y a los hijos para luego hablar de unidad. Es hora de cambiar el vocabulario como una forma de honrar al Señor.
- Oren con todo el corazón. No importa la posición del que ora, pero sí la entrega con que lo hace. Pueden estar de pie, sentados o de rodillas, pero lo primordial es que las oraciones sean profundas, sinceras y sentidas. Si no saben qué hacer comiencen pidiendo perdón, agradezcan por cada bendición y luego presenten las peticiones que agobien sus corazones. No es difícil orar, lo difícil es perseverar.