La santidad protege el matrimonio

Amor sin fecha de vencimiento

La ley de la pureza: ¡la santidad protege el matrimonio!

“Dios quiere que ustedes sean cada vez más puros, que se mantengan alejados de la inmoralidad sexual y que… usen su cuerpo de una manera que… honre a Dios…”, 1ª Tesalonicenses 4:3-4 (PDT).

El matrimonio fue idea de Dios. Y para que funcione correctamente debemos seguir las leyes espirituales que lo regulan. Si las obedecemos, el matrimonio está protegido; si las desobedecemos, estamos desamparados. “Si… se apartan de mi ley… con vara castigaré sus transgresiones…”, Salmo 89:30-32 (NVI). Y, ¿cuáles son esas leyes? Son siete: “La Sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas, Proverbios 9:1 (RV 95). La ley del terreno firme: ¡los contrayentes deben ser cristianos nacidos de nuevo y temerosos de Dios! La ley de la prioridad: ¡el matrimonio debe estar centrado en Dios! Veamos ahora la ley de la pureza: ¡los esposos deben ser santos! Muchos matrimonios están a las patinadas y no saben por qué. Trabajan duro, son fieles a Dios y llevan vidas santas, pero aun así la relación no despega. ¿Por qué? Porque existen puertas abiertas por donde Satanás entra y les roba la bendición. Son las puertas del pecado abiertas en este tiempo o en el pasado y que nunca se cerraron. Las personas no le dan importancia a los pecados del ‘ayer’ que no fueron juzgados en la cruz de Cristo. Y son esos pecados no confesados la causa de la desgracia actual. ¿No lo crees? Observa lo que le pasó a la nación de Israel en la época de David. Sufría una profunda crisis económica y Dios dijo que “la culpa es de Saúl…, 2º Samuel 21:1 (TLA). Pero Saúl estaba muerto. Sí, pero la puerta por donde la desgracia entró a la nación estaba abierta, ¡nunca fue cerrada! El pecado de Saúl no quedó impune con el paso del tiempo. David tuvo que cerrar esa puerta de maldición pidiendo perdón a los gabaonitas y haciendo restitución. Y cuando lo hizo el hambre se terminó, 2º Samuel 21:14. Lo mismo sucede en el matrimonio. Si los esposos no cierran las puertas del pecado que se abrieron en el pasado, el matrimonio seguirá maldecido. El tiempo por sí solo no soluciona los problemas espirituales. ¡Si la puerta no se cierra la maldición no se cancela y el diablo no se va!

¡El diablo necesita autorización para entrar al hogar! Y esa autorización la obtiene cuando los esposos pecan. Si mantienen la puerta del pecado cerrada, el diablo no podrá hacerles ningún daño: “Sabemos que el que ha nacido de Dios no está en pecadoJesucristo… lo protege, y el maligno no llega a tocarlo, 1ª Juan 5:18 (NVI). ¡Al que “no está en pecado” Jesucristo lo protege! Respetar la ley de la pureza es vital para la salud del matrimonio porque:

  • La santidad atrae a Dios y su bendición. En cambio, el pecado lo aleja. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio están condenadas por la Biblia y quienes las practican se van al infierno. “… Sépanlo bien. Los que llevan vidas inmorales, los fornicarios… los adúlteros y los homosexuales no tendrán parte en el reino de Dios…”, 1ª Corintios 6:9 (NT-BAD). El diablo es el primer interesado en que cometas inmoralidad porque te quiere a su lado en el lago de fuego: A los que tengan relaciones sexuales prohibidas… los lanzaré al lago donde el azufre arde en llamas; y allí se quedarán, separados de mí para siempre”, Apocalipsis 21:8 (TLA); Efesios 5:5; Gálatas 5:19-21. “…Dios castigará duramente… a los que practiquen inmoralidades sexuales”, Hebreos 13:4 (PDT). “…Que nadie cometa inmoralidades sexuales… por estas cosas viene el terrible castigo de Dios…”, Colosenses 3:5-6 (DHH). “Aléjense de todo pecado sexual… porque el Señor toma venganza de todos esos pecados…”, 1ª Tesalonicenses 4:3-6 (NTV). Hablando de la nueva Jerusalén, el futuro hogar de todos los creyentes, la Biblia dice: No entrará en ella ningún inmoral…, Apocalipsis 21:27 (NT-BAD).

La única actividad sexual aprobada por la Biblia es la practicada por un hombre y una mujer en el vínculo del matrimonio: “Respeten el matrimonio manteniendo pura su relación de pareja. Tengan muy en cuenta que Dios castigará duramente a los que cometen adulterio y a los que practiquen inmoralidades sexuales”, Hebreos 13:4 (PDT). ¿Qué prácticas condena la Biblia? A) La pedofilia y el incesto, Levítico 18 y 20:17-21. Si has abusado debes pedir perdón a Dios y a la persona que abusaste. Si siendo niño/a has sido víctima de abuso tienes que cortar con las amarras de dolor porque esa herida sin cerrar te conduce a los pecados del espíritu como el odio, la amargura y el deseo de venganza. B) El travestismo, Deuteronomio 22:5. C) La zoofilia o el bestialismo, Levítico 20:15, Levítico 18:23, Éxodo 22:19, Deuteronomio 27:21. D) Las relaciones prematrimoniales, Génesis 2:24; 1ª Tesalonicenses 4:3-5. E) La prostitución, Deuteronomio 23:18. Aquí se incluyen las prácticas sexuales promiscuas de todo tipo. F) La homosexualidad, 1ª Corintios 6:9; Levítico 18:22; Levítico 20:13; Romanos 1:26-27. G) El adulterio, Éxodo 20:14. Establecer un vínculo sexual con una persona que no es el cónyuge es un pecado muy grave. Quebranta el pacto matrimonial y representa una burla a Dios, 2° Samuel 12:9.

  • La santidad protege el matrimonio. “El Señor… anda por tu campamento para protegerte… Por eso tu campamento debe ser un lugar santo; si el Señor ve algo indecente, se apartará de ti, Deuteronomio 23:14 (BAD). El campamento es tu matrimonio. Si lo mantienes puro la presencia de Dios te dará protección y bienestar. En cambio, si lo contaminas, Dios se alejará. ¡La fuerza espiritual de una persona y/o matrimonio depende de su consagración a Dios! ¿Recuerdas a Sansón? Mientras vivía consagrado ningún enemigo pudo contra él. Pero en cuanto perdió la santidad, también perdió su poder. Más que eso, ¡perdió a Dios! ¿Y qué decir de los israelitas en el desierto? Dios los protegía porque ellos eran santos. Pero un día perdieron la santidad y también perdieron la protección: “… Los israelitas… se contaminaron al tener relaciones sexuales con las mujeres moabitas del lugar… lo cual encendió el enojo del SEÑOR contra su pueblo”, Números 25:1-3 (NTV). No arruines tu santidad porque eso arruinará tu vida y tu matrimonio. La práctica de la sexualidad más allá de los límites establecidos por Dios constituye una puerta abierta y una adoración al mismísimo Satanás. Es posible que la gente no tenga la intención de adorar al diablo mientras participa en relaciones sexuales ilícitas, pero es lo que hace. ¡Aléjate de la inmoralidad y estarás protegido por Dios!

Si Satanás está dentro de tu hogar es porque alguien le abrió la puerta y lo invitó a pasar. ¿Quieres que se vaya? Cierra la puerta del pecado. ¿Cómo? Mediante la confesión y el arrepentimiento. Sin arrepentimiento la puerta no se cierra, la maldición no se rompe y el diablo no se va. Ahora bien, la puerta pudo haber sido abierta hace muchos años. Los problemas espirituales del pasado no son como el vino. No mejoran con el tiempo. ¡Un pecado postergado es un problema empeorado! Entonces, ¿qué hay que hacer? Reconocer y confesar el pecado. Y para eso se necesita al Espíritu Santo. Solo Él puede revelarnos las puertas abiertas del pecado. ¿Cómo supo David que la nación estaba en la bancarrota por causa del pecado de Saúl? Porque Dios se lo reveló. Y Dios se lo reveló porque David lo consultó en el lugar secreto, 2º Samuel 21:1. Lo mismo le sucedió a Josué quien no podía entender cómo habían perdido una batalla a manos de un ejército tan insignificante. Josué fue al lugar secreto (Josué 7:6) y Dios le reveló la causa de la derrota: “Los israelitas han pecado… Por eso… no podrán hacer frente a sus enemigos… ”, Josué 7:11-12 (DHH). Josué nunca imaginó que la derrota fuera consecuencia de un problema espiritual; un pecado no juzgado cometido por un hombre llamado Acán. ¿Cómo podría haberlo sabido si Dios no se lo revelaba? Y Dios no se lo hubiera revelado si Josué no lo consultaba. Para David y Josué el secreto estuvo en el lugar secreto. ¡Y el mismo principio funciona para ti!

Solo Dios puede revelarte el origen de un problema que no puedes resolver. Solo Dios puede sacar a la luz el pecado que abrió la puerta a la desgracia en tu matrimonio. Para eso debes ejercitarte en las disciplinas espirituales de la oración y el ayuno. Sigue este consejo: programa un retiro espiritual para estar a solas con Dios durante tres días. Que tu cónyuge haga lo mismo. Si lo hacen juntos se potencian los resultados. Tres días a solas con Dios en ayuno y oración para limpiar el matrimonio. Hay que purificar la relación desde los comienzos. Quizás el problema esté allá, en el principio. Ese fue el caso de David y Betsabé. La relación entre ellos comenzó mal; muy mal. Comenzó en pecado. Y, ¿qué hicieron? Escondieron el pecado e hicieron como si nada hubiera pasado. Esa es la peor manera de enfrentar un pecado. David y Betsabé no solucionaron el problema escondiendo el pecado. Al contrario, lo agravaron. ¿Recuerdas lo que sucede cuando las leyes de Dios no son respetadas? Se vuelven en nuestra contra. Y eso fue lo que sucedió con David y Betsabé: por no respetar la ley de la pureza el Señor le envió una enfermedad mortal al hijo de ambos, 2º Samuel 12:15. No solo eso sino que Dios dijo: “… la espada jamás se apartará de tu familia…”, 2º Samuel 12:10 (BAD). Violar la ley de la pureza en la edificación del matrimonio acarrea desgracia. Por lo tanto no escondas el pecado. No lo protejas, no lo niegues ni lo justifiques. Al contrario ¡reconócelo, arrepiéntete y apártate de él! ¡Solo la santidad protegerá tu matrimonio!

¿Qué pecados sexuales podrían ser una puerta abierta por donde se van las bendiciones? Abusar sexualmente a otra persona. Relaciones sexuales con personas de la misma familia. Vestirse con ropas del otro sexo para conseguir placer sexual. Relaciones sexuales fuera del matrimonio (fornicación, adulterio, homosexualidad). Relaciones sexuales con animales. Prostitución. Consumo o producción de material pornográfico. Relaciones sexuales promiscuas. Sexo grupal o ritual para honrar a los demonios, etc. ¿Quieres mantenerte lejos del pecado? ¡Mantente cerca de Dios! ¡La santidad te acerca a Dios y la comunión con Dios te mantiene lejos del pecado!

Un párrafo final. La confesión de los pecados es condición esencial para el perdón. Pero, ¿a quién se debe confesar? A Dios en primer lugar. Pero si tu pecado agravió a tu cónyuge, también a él debes confesárselo. No sigas el consejo ‘bien intencionado’ de los predicadores del evangelio del diablo que dicen que no es necesario hacerlo. El diablo tratará de convencerte diciendo que si tu pareja no se entera, entonces no sufrirá. No podrás alcanzar la libertad en Dios y su bendición apañando la mentira. La confesión no arruinará tu matrimonio. ¡Ya está arruinado! Al contrario, si ambos otorgan perdón, la restauración, el bienestar y la felicidad comenzarán de la mano de Dios. Muchas personas se escudan diciendo que al ocultar la verdad protegen al cónyuge; pero es al revés, no solo lo maldicen sino que maldicen el propio matrimonio. Hay que ser brutalmente honesto y exponer la demoledora verdad, eso sí, sin dar detalles del pecado. Recordemos que Efesios 5:3-4 dice: “fornicación y toda inmundicia… avaricia, ni aun se nombre entre vosotros… ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías…”, VRV. Uno debe abstenerse de confesar los detalles del pecado sexual, así como los detalles del mal uso de la lengua que pueden herir profundamente a la persona a la cual se le hace la confesión. Cuando hablamos de restitución nos referimos a restaurar aquello que hemos obtenido o retenido de manera incorrecta. Esto significa deshacer hasta donde sean posibles los resultados de cada maldad con que hemos afectado al cónyuge o a otras personas. Con el pecado se violó el pacto matrimonial y se traicionó la confianza del cónyuge. Por lo tanto se debe confesar. ¡Sin confesión y arrepentimiento no existe restauración! “No le irá bien al que oculta sus pecados, pero el que los confiesa y se aparta será perdonado”, Proverbios 28:13 (PDT). Admitir los errores puede ser una experiencia dolorosa para la carne, pero necesaria para la sanidad del matrimonio. La confesión incomoda. Siempre es más fácil permanecer en el engaño que pasar del engaño a la verdad. Pero nada se puede edificar sobre la mentira y, por otra parte, nada se compara a la libertad que se experimenta cuando la verdad sale a la luz y la misericordia de Dios llega al matrimonio. Limpia tu matrimonio y vuelve a edificarlo, pero ahora sobre la base de la verdad y la santidad. ¡Recuerda que solo la santidad le da la bienvenida a Dios, y Dios protegerá y prosperará tu matrimonio!

NOTA IMPORTANTE

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