No se trata de ser una linda pareja sino ser un gran equipo
La ley del compañerismo: ¡los esposos deben ser amigos antes que amantes!
“Mi amado… es mi amigo…”, Cantares 5:16 (BAD).
Las personas se casan por amor; sin embargo, el índice de divorcio crece de forma constante. Eso demuestra que el amor que une a las personas no es suficiente para mantenerlas unidas. Algunos creen que el fracaso se debe a la ausencia de un manual que nos explique cómo funciona el matrimonio. Pero ese manual existe y es la Biblia. Ahora bien, ¿quién lee ‘el manual del fabricante’? ¡Nadie! Al contrario, echamos a andar la relación sin saber cómo funciona. Dios nos ha dejado instrucciones claras. Son leyes espirituales que si se las respeta el matrimonio funciona a la perfección, pero que si se las desobedece la relación naufraga. ¿Cómo está tu matrimonio? ¿Quisieras tener una continua aventura amorosa con tu cónyuge marcada por la alegría, el romanticismo y la espontaneidad? Sigue las leyes del ‘manual del fabricante’ y así será. 1) Ley del terreno firme. Los esposos deben ser personas temerosas de Dios al inicio de la relación y seguir siéndolo durante toda la vida. 2) Ley de la prioridad. Cristo debe ser el centro de la relación. 3) Ley de la santidad. Los esposos deben ser santos para proteger el matrimonio. 4) Ley del perdón. Sin perdón la relación muere. 5) La ley del compañerismo. Los esposos deben ser amigos antes que amantes.
¡En el corazón de todo gran matrimonio existe un gran equipo! Los matrimonios que duran más son aquellos que se componen por dos grandes amigos que luchan por la relación. ¡Tu pareja tiene que ser tu equipo, no tu estrés! ¿Te resulta extraño el concepto? No debería serlo, pues el dulce cantor de Israel consideraba a su esposa una gran amiga: “Como azucena entre las espinas así es mi amada… mi amiga entre las doncellas”, Cantares 2:2 (BAD y RV). ¿Es tu esposa tu mejor amiga? ¿Es tu esposo tu amigo y confidente? Debes cultivar la amistad sincera para que otras relaciones en el trabajo, el gimnasio o la iglesia no te alejen emocionalmente de la persona a la que ya le diste tu corazón. ¡Ser amigos antes que amantes es la clave de la relación! Cuando Dios creó al hombre dijo: “No es bueno que el hombre esté solo”, Génesis 2:18. Según Dios faltaba algo. ¿Cómo puede ser que Adán no estuviera en una buena condición si se hallaba en un mundo perfecto y en una perfecta relación con Dios? La respuesta la encontramos en Génesis 1:26: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y… semejanza”. Dios está hablando de sí mismo. Un Dios único, en tres personas que se conocen y se relacionan entre sí. Entonces, que el ser humano sea creado a imagen de Dios significa que ha sido diseñado para relacionarse. Además de la relación vertical con Dios el ser humano debía disfrutar de una compañera, de igual a igual. ¡Fue idea de Dios que el hombre tuviera una compañera que fuera su esposa y su amiga!
Veamos ahora algunas características de la amistad en el matrimonio:
- Ser amigos implica afinidad al nivel más profundo. “Más valen dos que uno, pues trabajando unidos les va mejor a ambos. Si uno cae, el otro lo levanta… Si dos se acuestan juntos, se darán calor… Uno solo puede ser vencido, pero dos se defienden mejor. Es que la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente”, Eclesiastés 4:9-12 (PDT). ¿Por qué dice “cuerda de tres hilos”? Porque la amistad de los esposos es el derivado de la amistad de cada uno de ellos con Dios. El lema de un matrimonio que funciona es: ¡Dios, tú y yo! En otras palabras: ¡tú conmigo, yo contigo y Dios con nosotros! La calidad de una amistad está determinada casi siempre por la calidad de lo que los une. Eso significa que, si el lazo común entre los esposos es una actividad, deporte o empresa, es probable que el resultado sea una afinidad a nivel superficial. Pero si el lazo común está constituido por valores mucho más profundos, como por ejemplo el amor y el servicio a Dios, una unión mucho más cercana es una posibilidad cierta. ¿Qué valores y creencias compartes con tu pareja? Para nosotros siempre fueron la fe, la oración y el servicio a Dios. Los dos recordamos como si fuera ayer algo que hicimos hace ya 34 años atrás. Siendo novios, debajo de un mástil, en el patio del templo de la iglesia donde nos congregábamos hicimos la siguiente promesa: ¡vivir para Dios y hacer que otros también lo hagan! Hubo otra decisión igualmente importante: ¡permanecer enamorados durante todo el matrimonio! Intuitivamente supimos que para lograrlo debíamos ser compañeros y amigos. Y fue así que nos transformamos en un gran equipo. Luchamos por igual para alcanzar nuestros sueños. Trabajamos a la par para proveer el sustento de la familia. Consensuamos las decisiones más importantes y siempre tuvimos una sola billetera. Estamos muy unidos incluso en la repartición de las tareas domésticas. ¡Juntos nos va mejor! En los primeros años de casados vivíamos en una humilde casita que nosotros mismos construimos. Tendrías que ver las fotos. Cada tanto desempolvamos los álbumes y recorremos nuestra historia de amor observando fotos familiares. Las más antiguas ya están un tanto deslucidas por la pérdida de color. Son fotos diminutas. Una de ellas refleja el compañerismo y la ayuda incondicional de Silvia en la construcción de la casa. Se la puede ver con su inmensa panza de embarazada sosteniendo una cuchara de albañil en una mano y un frataso en la otra. Existe otra foto. Allí estoy yo, subido a un andamio, al rayo del sol y con un sombrero de hojas de paraíso para mitigar el calo abrazador del verano santafesino. Alineando la plomada y colocando ladrillos a dos metros de altura. Sea en el servicio a Dios, sea en la cocina, sea en la limpieza de la casa, ¡sea lo que sea siempre estamos juntos! Entiéndase bien, ¡no somos perfectos pero sí somos una pareja que no se ha rendido ante los problemas de la vida! Siempre hemos tirado juntos de la soga. No estamos diciendo que los esposos deban pasar cada momento y hacer absolutamente todo juntos, pero si creemos que todo matrimonio necesita de intereses comunes compartidos por ambos, si es que esperan que la relación matrimonial madure.
- Ser amigo implica compartir tiempo de calidad. El amor es compartir, cuidar, respetar, escuchar, y dedicar tiempo a la persona amada. Al comienzo de la relación Silvia solía hacer empanadas de verduras al horno y al final de día, en un estrecho pasillo rodeado de dos muros, nos sentábamos a charlar en dos reposeras de tela, mientras cenábamos. Compartíamos todo. Deseos, sentimientos, sueños, desafíos, y también temores. Incluso las cargas del ministerio. Todos los fines de semana servíamos a Dios como encargados de una obra misionera a más de 60 kilómetros de distancia. Nos apoyábamos, nos sosteníamos y nos dábamos aliento. Aprendimos a comunicarnos a un nivel emocional profundo donde siempre nos dijimos las cosas pero en amor; siendo sinceros y abiertos. Nunca hubo condenación o crítica despiadada. Nunca hubo golpes ni malas palabras. Y si alguna vez hubo algún desacuerdo tratamos de resolverlo cuanto antes para no romper la unidad que estropea la relación con Dios. Podemos decir que logramos ser confidentes. Y esto es un gran avance. Uno de los grandes problemas en el matrimonio es que los esposos no confían lo suficiente en el cónyuge. Y sin confianza el matrimonio se derrumba. Ahora bien, ser amigos no significa sentarse y confesar todos los secretos sin ton ni son. Una actitud de este tipo resultaría suicida. Cuando nos pusimos de novios fijamos una pauta: lo que nos contáramos como amigos no podía ser usado en una discusión, ni sacarlo a relucir en momentos de enojo. ¡Qué hermoso resulta cuando tu pareja es alguien que te escucha y que te entiende y tú haces lo mismo con ella! Los amigos no se traicionan.
- Ser amigo implica buscar lo mejor en el cónyuge. Cuando los cónyuges se apoyan la relación crece. Si nuestra meta es satisfacer las necesidades del otro, entonces siempre terminamos beneficiándonos a nosotros mismos. ¡Si tú te esfuerzas por levantar a tu cónyuge también tú estarás arriba con él! Es imposible ayudar sin ser ayudado al mismo tiempo. El secreto que los esposos desconocen es este: ¡cuando erradicamos el egoísmo de nuestra vida encontramos la verdadera felicidad! Muchos matrimonios están secos y otros muertos porque sus integrantes entraron a la relación solo con la idea de sacar algo de ella. Toma este consejo: ¡saluda primero, sonríe primero, sirve primero y perdona primero! Es imposible que el matrimonio no crezca si tú eres el primero en sembrar amor en la relación. Coloca la felicidad de tu pareja por encima de la tuya y verás cómo la relación mejora. Da lo mejor de ti mismo y lo mejor te será devuelto muchas veces. Pregúntale a tu cónyuge qué podrías hacer para convertirte en un mejor amigo para él. Pregúntale cómo podrías ayudarlo. Algo más. Concéntrate en las cosas positivas de tu pareja. Si vives enfocado en los errores, los problemas de tu matrimonio se magnifican. Pero si te concentras en las cosas buenas y de las que te enamoraron al principio, tu matrimonio se renovará día a día. Cuidado, el amor no niega los aspectos negativos de la pareja, solo escoge no centrarse en ellos. Las lentes a través de las que ves a tu cónyuge afectarán directamente la relación. ¡Mira a tu esposo/a con buenos ojos!
- Ser amigos implica compartir tristezas y alegrías. El verdadero amigo “ama en todo tiempo” y especialmente “en la adversidad”, Proverbios 17:17 (NVI). La capacidad que tenga una pareja de resistir y perseverar en los tiempos difíciles es directamente proporcional a la profundidad del compañerismo que tienen en los tiempos buenos. Dos corazones deben unirse para crecer fuertes juntos. Apoya a tu cónyuge en los momentos difíciles, pero también celebra cuando tenga una victoria. Al comienzo de nuestra relación teníamos una manera participar de celebrar los avances: tomábamos juntos un riquísimo helado de dulce de leche y chocolate blanco. De la misma manera festejábamos la aprobación de una materia o nuestro cumpleaños. La situación económica no daba para más. Pero éramos felices. Una vez por semana, Silvia preparaba alguna comida especial y alquilábamos una película para mirar por video. El tiempo nos ha unido mucho más. Pero lo que realmente ha unido nuestra relación ha sido Dios. En el año 2015 tuvimos una experiencia espiritual que nos marcó en todas las áreas de la vida. Dios visitó nuestro barrio, tocó nuestra puerta y nos invitó a una aventura de fe junto al Espíritu Santo. Desde entonces oramos juntos todos los días. Juntos tenemos nuestras vigilias y ayunos semanales. Juntos tenemos nuestros retiros mensuales y nuestras caminatas de oración. Incluso, en este tiempo, incorporamos una nueva disciplina espiritual: la oración contemplativa. Son oraciones en silencio. Mientras caminamos u observamos un hermoso atardecer o contemplamos una hermosa flor nos concentramos en Dios y lo adoramos. ¡Qué experiencia maravillosa ha sido para nosotros el ser compañeros en la adoración y el servicio a Dios! ¡Los grandes matrimonios surgen de la reflexión profunda! Dios trajo renuevo al amor en su comunión.
Conclusión. ¡Un verdadero amigo es aquel que te toma de la mano, mientras te toca el corazón! Cuando los miembros de la pareja son emocionalmente maduros y amigos entre ellos, cuando la honestidad está presente y los canales de comunicación permanecen abiertos, la probabilidad de infidelidad disminuye sustancialmente. Por ello, practica la amistad con tu cónyuge. El compañerismo se nutre de tiempos especiales compartidos con la pareja. Aviva el sentimiento romántico cada vez que puedas y promueve actividades que te mantengan unido a tu pareja. Las mujeres valoran la seguridad emocional de la relación por encima de la seguridad financiera. Ellas necesitan un espacio seguro para compartir sus sentimientos; un lugar donde puedan reír y llorar sin ser malentendidas. ¡Para una mujer, el hombre de ensueño es un líder fuerte con un corazón blando! Para los hombres, el compañerismo también es relevante. Un esposo suele ser más romántico si sabe que su esposa lo respeta y acompaña en aquellas actividades que para él son importantes. El vínculo matrimonial se edifica sobre la base de la amistad. Invierte tiempo en la relación matrimonial. Comienza despacio. Construye confianza. Intenta charlar acerca de temas importantes, pero sin ser incisivos. No se trata de hacer confesiones, sino abrir puentes de comunicación. Si aprenden a disfrutar de los tiempos compartidos, entonces, experimentarán un oasis de paz. Charlen de corazón a corazón. La amistad es un tesoro.