Trabajo práctico de amor
Trabajo práctico para manifestar un poquito de amor
Antes de encomendarles una tarea para expresar amor y comenzar un camino de sanidad creciente, repasaremos algunas frases incluidas en el día de ayer:
- Dios espera que amemos al máximo de nuestra capacidad y nunca nos rindamos.
- ¿Cómo nos amó Cristo? Entregando su vida por nosotros. Se hizo siervo prefiriendo nuestros intereses a los suyos, Romanos 15:3.
- Sustentar quiere decir ‘alimentar y sostener’. Expresa la idea de cariño, calor, amor tierno. Cuando los integrantes del matrimonio tienen esta actitud imitan a Cristo. Proveen no solo comida, ropa, casa y protección sino también cuidado espiritual y sustento emocional.
Con el anhelo de que se transformen en agentes de bendición les sugerimos realizar algunas de las alternativas que les presentamos, o todas ellas, según prefieran:
- Escriban una carta a cada uno de sus hijos expresándoles ternura y afirmación. Sería muy positivo si destacaran virtudes o áreas en las que manifiestan un buen desempeño, afirmándolos a cada uno de ellos en sus aptitudes naturales. Quizás les resulte difícil si nunca se han expresado de ese modo, pero sus hijos podrán leer lo que sus padres escribieron como bendición, incluso muchos años después de que ustedes hayan muerto. No subestimen esta actividad, no es para darles ‘trabajo’ sino para crear legados de prosperidad y bendición.
- Expresen el amor que sienten por su cónyuge con palabras, regalos, gestos de ternura o como mejor lo prefieran. Asegúrense de que el mensaje sea bien comunicado. Muchos hacen un regalo, pero se olvidan de las palabras tiernas o, dicen ‘te amo’ con tan poca pasión que ni ellos mismos lo creen. Si es hora de aprender nuevas formas para comunicar el amor porque hasta ahora ha sido una fuente de discusiones y desavenencias, ¡háganlo!
- Separen un tiempo para charlar con cada unos de sus hijos y, otro especialmente dedicado a su cónyuge. Al finalizar orarán bendiciéndolos con la intención de que esa oración produzca resultados más allá de lo previsible. Debe ser un tiempo para amar, escuchar y bendecir. No manchen esos sublimes encuentros con comentarios sarcásticos o reprensiones veladas.
- Programen una salida con cada uno de los hijos y con su cónyuge para hacer una caminata, tomar un helado, pescar o algo similar. El epicentro no es tanto lo que se hará; es decir qué tipo de actividad realizarán sino cómo se direccionará el tiempo compartido. No deben faltar las buenas palabras, las buenas actitudes, las buenas acciones. Con delicadeza y profunda gratitud, conscientes de que Dios está presente se hablará de todo lo bueno que Él está haciendo y que, si le damos lugar, hará de manera creciente entre los que componen el hogar.
- Inviten a todos los que conviven con ustedes a un altar familiar, una o dos veces por semana, para orar y bendecirse mutuamente. Comiencen con quince minutos en total para leer las Escrituras y orar juntos. No minimicen los pequeños comienzos. Cuando los que viven con ustedes se acostumbren a ser bendecidos y puestos bajo la cobertura del Señor no querrán abandonar este hábito. Ellos mismos les pedirán a sus padres que los bendigan.
- Renuncien a proyectar sus anhelos sobre su cónyuge e hijos. Recuerden que la felicidad propia no depende de ellos. Dejen que Dios cumpla sus planes, en vez de manipular a los demás para que se ajusten a los sueños propios.
- ¡Ustedes pueden lograrlo! ¡Con la ayuda de Cristo el hogar se transformará y la alegría crecerá!