Tu historia perfecta de amor la escribe Dios
La ley de la prioridad: ¡un matrimonio centrado en Cristo!
“El hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa… Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido”, Mateo 19:5-6 (NTV).
Dios dijo: “cásense y permanezcan casados”, ¿pero cómo lograrlo?
La Biblia compila una guía exhaustiva de cómo tener un matrimonio bendecido. En primer lugar debe ser edificado sobre un fundamento sólido. Si ponemos a Dios en primer lugar, todo lo demás estará en su debido sitio. La dimensión espiritual del matrimonio es clave para la salud del vínculo. En segundo lugar, los cónyuges no solo deben creer y ser temerosos de Dios al momento de casarse, deben seguir siéndolo a lo largo de toda la vida. ¡Lo que se inicia con Dios debe continuar con Dios y terminar para su gloria! Esta es la primera columna sobre la se edifica el matrimonio: “La Sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas”, Proverbio 9:1 (RV 95). Si la vida espiritual de quienes integran el matrimonio decae, también lo hará su relación. Son muchos los que siguen el consejo bíblico de no unirse en yugo desigual, pero después de casados olvidan el otro principio bíblico clave para el buen matrimonio: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento”, Marcos 12:30. El ejemplo bíblico más claro es el de Zacarías y Elisabet quienes hicieron de Dios el centro de su matrimonio (Lucas 1:6) y fueron enormemente bendecidos por ello. Cuando más cerca de Dios estén los cónyuges, más cerca estarán el uno del otro. Es imposible que un matrimonio sobreviva, o por lo menos sea plenamente feliz, si la vida espiritual de los esposos se desvanece. El secreto de un matrimonio con futuro es la dependencia de los cónyuges de Dios. El diablo lo sabe muy bien. Por eso trabaja a toda hora para secar la vida espiritual de los esposos. Debemos entender que el objetivo primario del diablo no es tu matrimonio sino, ¡tu vida espiritual! Si él logra poner una cuña en tu relación con Dios tu matrimonio sufrirá enormemente. La raíz de todas las desgracias en tu vida y en tu familia está en alejarse de Dios.
¿Dónde se encuentra la felicidad?
Es muy común que los recién casados se desencanten en el matrimonio. Tenían las expectativas de que todo sería felicidad y realización. Y como eso no ocurrió se frustran. Eso pasa porque las personas piensan que sus compañeros los harán felices. Pero ningún ser humano puede hacer eso. Solo Dios puede satisfacer tu alma verdaderamente. No está bien casarse con la idea de que el otro ‘nos dará felicidad’. Para que el matrimonio sea feliz los integrantes ya tienen que serlo antes de casarse. Deben sentirse realizados, completos y felices en Dios. Muchas personas carenciadas emocional y espiritualmente se casan con la idea de que el matrimonio suplirá esa necesidad. Están llenas de incertidumbres, carentes de propósito e inseguras acerca de su propia valía. Esperan que el matrimonio supla todas esas falencias. Los cónyuges tienen que haber resuelto los grandes asuntos de la vida antes de casarse, esto es: por qué fuimos creados y quiénes somos en Cristo. No avances en la relación con la intención de casarte si el tanque emocional de tu alma está vacío. Primero llénate de Dios. Encuentra el verdadero propósito y la verdadera felicidad y luego cásate. De lo contrario, el casamiento será un fracaso total. No esperes de tu pareja lo que solo Dios puede darte. Pablo lo aclara muy bien en su famoso pasaje de Efesios 5. Él dice: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos…”, Efesios 5:22. Pero antes dijo que los esposos se deben una sumisión mutua: “Sométanse unos a otros…”, Efesios 5:21 (NVI). La sujeción de la mujer se da en un contexto de sujeción mutua, la cual surge a su vez como resultado de ser llenos del Espíritu Santo, versículo 18. Los esposos se sujetan uno al otro; el varón ejerce el amor entrega siguiendo el ejemplo de Jesús y la mujer responde con amor a su marido porque los dos están llenos del Espíritu Santo. ¿Lo ves? El matrimonio es una dulce armonía como consecuencia de la íntima relación que cada uno de sus integrantes tiene con el Espíritu Santo. Existe una íntima concordancia entre la vida en el Espíritu y la vida en el matrimonio. ¡Para que el matrimonio funcione sus integrantes tienen que ser llenos del Espíritu Santo!
Un despertar espiritual
“Vengan todos y volvámonos al Señor… En un momento nos devolverá la salud, nos levantará para vivir delante de él. ¡Esforcémonos por conocer al Señor! El Señor vendrá a nosotros, tan cierto como que sale el sol, tan cierto como que la lluvia riega la tierra…”, Oseas 6:1-3 (DHH).
El poder para llevar a cabo la misión que Dios les ha encomendado deriva de una amistad íntima con el Espíritu Santo. Si la manifiesta PRESENCIA del Señor no los acompaña estarán desprotegidos ante el mundo demoníaco. “Las estrategias del infierno prevalecen contra nosotros cuando enfrentamos al enemigo en el plano físico y mediante estrategias netamente humanas”, Duncan Campbell. Además, cuando nos aventurarnos en cualquier tarea separados de Dios, los resultados son lamentables.
El profeta Isaías contempló el devastador resultado de un pueblo alejado de Dios. Con dolor dijo: “Se rebelaron contra él y entristecieron a su Santo Espíritu así que él se convirtió en enemigo de ellos y peleó contra ellos”, Isaías 63:10 (NTV).
El profeta Habacuc vislumbró un panorama parecido. El pueblo de Dios estaba siendo castigado por sus pecados y pronto sería llevado en cautiverio. Habacuc presentó su preocupación a Dios y esperó atento Su respuesta: “Subiré a mi torre de vigilancia y montaré guardia. Allí esperaré hasta ver qué dice el SEÑOR y cómo responderá a mi queja”, Habacuc 2:1 (NTV). Habacuc llamó ‘torre de vigilancia’ a lo que nosotros llamamos ‘carpa del encuentro’ o ‘lugar secreto’. Es allí donde debemos ir cada día para presentar todas nuestras preocupaciones y permanecer hasta escuchar SU voz y recibir SU dirección. Como resultado de su clamor el profeta Habacuc escuchó la voz de Dios impulsándolo a orar por un despertar espiritual: “Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos…”, Habacuc 3:2. Propone la misma solución que el profeta Isaías: un derramamiento de Dios. ¿Acaso no necesitamos un poderoso obrar del Espíritu Santo hoy en día? El grado de tibieza espiritual ha llegado a grados superlativos; la indiferencia o menosprecio hacia Dios no tiene precedentes. “Le dicen a Dios: ¡Aléjate de nosotros! No queremos seguir tus caminos. ¿Qué es el Todopoderoso para que tengamos que rendirle culto? ¿Qué ganamos si le oramos a él?”, Job 21:14-15 (PDT). ¡Es hora de despertar!
Nada es más poderoso que un toque divino para generar un nuevo ímpetu espiritual en nuestras vidas y familias. De algo deben estar seguros: toda vez que en la Biblia alguien buscó el rostro de Dios esperando un renuevo espiritual, lo obtuvo. Dios irrumpió con todo su esplendor, santidad y poder provocando un cambio trascendente. Es hora de postrar nuestras rodillas en humilde oración y súplica esperando que Dios derrame Su Espíritu, avive a los que son suyos y salve a los perdidos, aún dentro de nuestra propia casa.
¿Qué tan pronto sucederá ese despertar espiritual? No podemos determinarlo, pero nuestra fe sabe que “Dios vendrá”, Habacuc 3:3. Si observan atentamente verán a lo lejos ‘una nube pequeña como la mano de un hombre’ y si escuchan con atención sabrán que se aproxima una lluvia abundante. ¡Con seguridad tendremos un diluvio de sobreabundante vida y bendición!
Algunas preguntas que deben contestar:
- ¿Están cansados de la vida que llevan?
- ¿Sienten que Dios no es ‘su todo’?
- ¿La vida espiritual que llevan es apática y desabrida?
- ¿Les cuesta orar y perseverar en las disciplinas espirituales?
- ¿Encuentran más placer en cosas tontas que en la presencia del Señor?
- Es más, ¿cuánto hace que no sienten el placer de su hermosa presencia?
- ¿Sienten hambre por más de Dios?
- ¿Les apasiona su Palabra y cada aspecto que descubren de su persona?
- ¿Están enamorado/a sinceramente del Señor?
La mayoría de los cristianos viven en un estado de apatía espiritual impresionante, pero no se dan cuenta de ello. Llenan con actividades sus días y hacen para Dios muchas cosas, al punto de reemplazar la comunión íntima con el servicio y los ritos. Es hora de indagar en tu corazón y responder seriamente a las preguntas antes esbozadas. ¿Necesitan orar por un despertar espiritual? ¿Y qué de la familia que conforman? ¿Necesitan volver a enamorarse del Señor y vivir solo para Él?
Condiciones para el despertar espiritual
- Humillación: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”, 2º Crónicas 7:14. Observen la secuencia: para el que se humilla, ora y busca Su rostro, Dios dice: “oiré, perdonaré y sanaré”.
- Arrepentimiento: “Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados. Entonces, de la presencia del Señor vendrán tiempos de refrigerio…”, Hechos 3:19-20 (NTV). Observen nuevamente la secuencia: arrepentimiento y búsqueda de Dios en primer lugar; tiempos de refrigerio como consecuencia de ello.
Pónganse de acuerdo en la pareja y comiencen a orar por una visitación del Espíritu Santo. Hagan del hogar que habitan un sitio en el que Dios se sienta cómodo. Levanten un tabernáculo de adoración para que la gloria de Dios pueda habitarlo.