Resistencia al cambio

LINEAMIENTOS GENERALES

Las resistencias al cambio son comunes y adoptan diferentes formas;

todas en un intento de saltar etapas, de no enfrentar el asunto hasta su raíz más profunda y, muchas veces, con el deseo de seguir ‘disfrutando’ del pecado. El consumo genera placer, el enfrentar las consecuencias nada parecido. Esas resistencias pueden adoptar la forma de:

 

Excusas para no cumplir con las tareas asignadas: “no tuve tiempo”, “parece que las horas vuelan”, “mi hijo, mi hermano, mi mamá, etc., se enfermó”, “mi esposa me hizo muchos reclamos”, “salimos en familia”, “me quedé dormido”, “estoy agotado y no puedo pensar”, e infinidad de otras ‘valiosas y entendibles razones’.

Enojos: (en algunos casos son bien disimulados, dando toda la impresión de que se trata de personas pasivas y sumisas). Muchos se valen de vivencias negativas (reales o inventadas), abusos experimentados, injusticias padecidas, o lo que fuera que les otorgue ventajas y les haga ver como víctimas, haciendo que los demás ‘toleren’ sus indisciplinas y pecados. Otros se muestran mansos, pero cuando son confrontados, en vez de reconocer las malas acciones, se ofenden, se sienten lastimados y critican a todos diciendo que ‘no tienen amor’.

Trueque: Muchos usan lo que hacen bien para mitigar el peso de pecado secreto: ‘yo ayudo a los pobres, sirvo en la iglesia, atiendo un merendero, doy mis diezmos, predico, etc.”. En definitiva, no asumen que el consumo de pornografía sea un hábito extremadamente maligno y destructivo, sino más bien un pequeño desliz al ser tan ‘buenos y virtuosos’.

Rebeldía y orgullo: La mayoría de las veces la rebeldía y el orgullo se disimulan. Aparentan hacer todo, pero no hay progresos en su vida. En otros la actitud de rebeldía es abierta y manifiesta: se ríen de cada actividad diciendo que son pavadas, que ellos dejan cuando quieren, que son unos tontos los que postulan la vida en santidad. El burlarse, creerse más inteligente, minimizar el pecado, etc. demuestra la ignorancia espiritual, propia de esta generación.

Apelamos al más grande milagro que la Biblia promete: el nuevo nacimiento y los nuevos comienzos en santidad, con una vida consagrada al Señor.