Resucita tu
vida espiritual

SEMANA 6

Las armas espirituales

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DÍA 2

DÍA 3

DÍA 4

DÍA 5

DÍA 6

DÍA 7

¿Qué buscamos con las disciplinas espirituales?

Te diremos cuáles no deben ser los objetivos:

Impresionar a Dios. ¿Acaso creemos que impresionaremos a Dios con ‘el gran sacrificio’ de no comer algunas horitas? ¿Acaso pensamos que si nos levantamos a la madrugada para orar, Él tiene que ‘levantarse’ para solucionar todos nuestros problemas? No comencemos a practicar las disciplinas espirituales como si de ese modo le torceremos el brazo a Dios para sacarle algo que él preferiría guardar.

Hacer un trueque. Si después de un tiempo de oración, vigilia o ayuno le insinuamos al Señor: “yo me sacrifiqué por vos, ¿qué me darás a cambio?”, O quizás no sea tan obvio, pero te diremos qué escuchamos a menudo: “vengo practicando las disciplinas espirituales desde hace un tiempo y sigo igual, mis problemas son los mismos y no veo avances significativos”. ¿Qué demuestran estas palabras? Que el fin no era conocer a Dios y aumentar en el discernimiento espiritual para luchar eficazmente contra las asechanzas del diablo, sino que ‘Dios se hiciera cargo y solucionara por milagro todos los problemas”. En definitiva el objetivo de las disciplinas espirituales era el trueque. Así hacen los idólatras con sus dioses falsos. Le presentan ofrendas a cambio de favores.

Nuestro objetivo con las disciplinas espirituales es conocer a Dios, adorarlo con todo el ser y alinear nuestros sentidos en su presencia. Jamás podremos hacer un sacrificio que se iguale a lo que Cristo ya hizo. Por ende no oramos, ni ayunamos para ‘hacer un sacrificio’ sino para sujetar nuestra naturaleza a su Santa Presencia.

Nuestra vida de búsqueda y devoción no es para obtener algo de Dios, como si fuera un ser mezquino que prefiere esconder en lugar de dar. Las disciplinas espirituales nos ayudan a reconocer nuestra maldad y a no separarnos del Señor. Crece nuestro discernimiento y aumentan las expectativas por ver su obrar. ¡Anhelamos que él tenga libertad de hablarnos en la pureza y santidad y que nuestra vieja naturaleza no estorbe el proceso de ver a Dios!

No dejemos que el diablo nos mienta. Buscamos a Dios para disfrutar del placer de su presencia.

“Dios mío, solo una cosa te pido, solo una cosa deseo: déjame vivir en tu templo todos los días de mi vida, para contemplar tu hermosura y buscarte en oración”, Salmo 27:4, TLA.

¡Con razón Dios dijo de David “varón conforme a mi corazón”! No porque fuera perfecto, sino porque amaba al Señor. Realmente lo amaba. En el mismo Salmo dijo: “Dios mío, tú eres mi luz y mi salvación; ¿de quién voy a tener miedo? Tú eres quien protege mi vida; ¡nadie me infunde temor!”, Salmo 27:1, TLA.

Nos purificamos para estar con él. Queremos su vida, su llenura y su poder. Queremos avanzar sobre alas de águila. Queremos tener los sentidos espirituales entrenados para reconocer la voluntad de Dios. Y, por sobre todo lo demás, estar con él. Una manera de demostrar nuestro amor es pasando tiempo con el Señor: “Mi corazón te ha oído decir: ‘Ven y conversa conmigo’. Y mi corazón responde: ‘Aquí vengo, Señor’”, Salmo 27:8, NTV.

La rutina de un deportista

Amados, las disciplinas espirituales son medios, no fines en sí mismos. Pensemos en un deportista. El entrenamiento es su rutina de todos los días, se dedica a entrenar y no por ello recibe una medalla. ¡Se espera que haga justamente eso, si quiere competir y ganar!

Las disciplinas ejercidas por el entrenamiento lo preparan para competir y, eventualmente, alcanzar un premio.

Pablo dice que así debemos concebir nuestra vida cristiana: “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros,  una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre…”, 1ª Corintios 9:25-27, VRV.

¿Por qué hay tantos cristianos flojos?

Muchas personas que confiesan a Cristo como Salvador, a la primera de cambio vuelven al mundo. Dejan de asistir a la iglesia y de adorar al Señor junto a otros hermanos. Es más, comienzan a tirar piedras en contra de la iglesia, que es la novia del Señor Jesús. Alguien los criticó, los ignoró o defraudó y, sin pensarlo dos veces, ‘chau iglesia’. Y qué decir del amor al sistema mundo: “…nada de lo que hay en el mundo (los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida) proviene del Padre, sino del mundo”, 1ª Juan 2:16, Castilian.

No hay forma de vencer las tendencias al mal que están arraigadas en nosotros si no es por armas espirituales. Representan el entrenamiento para vencer en las batallas de todos los días.

Cuando hablamos de orar, reuniones de búsqueda, ayunos, vigilias, etc., todo se ve como un ‘sacrificio’. Es mejor que nos digan que Dios está pensando en cómo bendecirnos aunque nunca nos acordemos de él, que pasa por alto nuestros pecados aunque no pidamos perdón y que podemos vivir como queramos, total igual iremos al cielo. Iglesias llenas de cristianos fofos y débiles, que arman su propia religión antes que buscar al Señor. Tomemos en serio la intimidad con Dios. Tomemos con seriedad nuestro destino eterno.

Tomemos en serio la intimidad con Dios.
Tomemos con seriedad nuestro destino eterno.