La lucha
continúa

SEMANA 6

Las armas espirituales

DÍA 1

DÍA 2

DÍA 3

DÍA 4

DÍA 5

DÍA 6

DÍA 7

Llegar hasta aquí no ha sido fácil.

Ganar la batalla de la integridad sexual ha sido tu meta y la estás logrando. Fuiste totalmente honesto y reconociste que estabas en problemas. Te humillaste admitiendo la verdad de tu consumo crónico y tuviste el valor de confesar tu pecado. Eso es digno de ser reconocido.

Decidiste terminar con tu vida de frustración y pediste ayuda. Reconociste que sin Dios no había posibilidad de sanidad definitiva. ¡Felicitaciones!

Todo esto está muy bien, pero la lucha no termina. Creer que un tiempo de sobriedad equivale a restauración total es un mito. Es común que el adicto pase por momentos en que no consuma pornografía ni tenga excesos sexuales. Puede vivir en abstinencia una semana, un mes, incluso, algunos años. Algunos factores externos influyen para que el individuo esté sobrio por algún tiempo: un nuevo proyecto, un tiempo de euforia emocional, un romance, un nuevo trabajo que drene las energías pero que satisfaga, etc. Todo eso no significa sanidad. La adicción está en estado latente y puede suceder que reaparezca con mayor crudeza.

Y con esto no estamos socavando tu fe sino instruyéndote en cómo seguir. No le des oportunidad al diablo para que use tus vulnerabilidades para meterte otra vez en la jaula.

Es verdad que estás en el camino correcto y has superado exitosamente todas estas etapas, pero la lucha no acaba. Es como si salieras del hospital después de un tiempo de permanecer en terapia intensiva. Estás de alta, pero no totalmente restaurado.

La mayoría de las recaídas tienen como causa el olvido de esta verdad. Muchas adicciones dejan secuelas crónicas; y los adictos pueden llegar a ser “ex-adictos-actuales”. No te confíes. No bajes los brazos. Mantén tus límites.

La libertad definitiva se logra desarrollando buenos hábitos. He aquí algunos de ellos:

Ora intensamente.
Las ‘grandes’ oraciones surgen de profundos encuentros con Cristo. “Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo”, Salmo 27:4 (NVI). El mayor anhelo de David no era algo de Dios sino tener a Dios mismo. ¿Incluyen tus oraciones el deseo de conocer más a Cristo?

Pasa tiempo en buena compañía.
Observa quiénes son tus amigos y descubrirás cuál será tu futuro. Los atributos y, desgraciadamente, también los defectos de las personas con las que pasas tiempo se te ‘pegarán’ a ti. Por tal motivo, busca intencionalmente personas que te desafíen a crecer. Búscate un modelo a seguir, ya que si quieres ser un gran cristiano debes seguir a grandes cristianos y, si quieres ser un gran discípulo del Señor, debes seguir a  quienes lo sean.

Estudia la Biblia.
Ama la Palabra de Dios. Estúdiala y apréndela. Ella es una joya y debe ser siempre honrada y respetada. Si la conoces podrás derrotar a Satanás. La obra del diablo en la vida del cristiano se basa en el engaño. Si realmente escuchamos y estudiamos la Palabra, podremos reconocer sus artimañas. Si Satanás actúa tan intensamente para alejarnos de la Biblia, debe existir una razón con mucho peso. ¿Cuál es esa razón? Sabe que es un arma poderosa que causa su derrota. Nadie puede vivir una vida victoriosa si no es un sincero estudiante de la Biblia.

Sueña cosas grandes.
Siempre debe tratarse de sueños que nazcan en el corazón de Dios y que le lleven gloria. Si aspiras a lograr algo que puedes hacer sin la ayuda de Dios, entonces, no es un sueño que valga la pena. “Dios se deleita en hacer cosas imposibles a través de gente improbable para impartir gracia abundante a receptores  indignos”,  Chip  Ingram.  No  se  trata  de  realizar sueños que te ‘engrandezcan’ humanamente. No tiene nada que ver con hacerte famoso ni reconocido. No se trata de ti, se trata de Dios. Si Dios no se glorifica en tu sueño, entonces, ese sueño no es de Dios.

Invierte en tu crecimiento personal y espiritual.
Dios está interesado en tu crecimiento más que en tus actividades. Enfócate en ‘ser’ antes que ‘tener’ o ‘hacer’. Recuerda que el hacer viene del ser, por lo tanto invierte en tu crecimiento. Invierte y no desperdicies tu tiempo. Invierte valioso tiempo en tu relación con Dios. De eso, ¡nunca te arrepentirás!

Realiza actos de servicio.
El egoísmo es la razón número uno por la que no tenemos el tiempo ni la energía para servir a los demás. Estamos preocupados solo con nuestras agendas, sueños y placeres, más interesados en que nos sirvan que en servir. Sin embargo: “Ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar riendas suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor”, Gálatas 5:13. Recuerda que sirviendo a los demás agradas a Dios. ¡No somos salvos por servir, pero somos salvos para servir!

Tal vez nunca has demostrado demasiado interés en los demás. Necesitas reenfocar tu vida. No veas el servir a otros como una obligación. Sirve de buena gana, por amor a Jesús. Una vida de servicio es el mejor canto de gratitud.

Practica, de manera conjunta, la mayor cantidad de disciplinas espirituales.
No te conformes con orar un ratito, ayunar cada tanto o participar de una vigilia cuando no logras dormirte. Las grandes victorias se caracterizaron por aunar armas espirituales para desbaratar todo poder del enemigo. Recuerda al rey Josafat. Cuando un ejército numerosísimo le declaró la guerra, él empleó armas espirituales para alcanzar un triunfo humanamente imposible. Oró con súplicas, ayuno, congregó a todo el pueblo en el templo, expresó fe, invitó a la adoración, entonaron cánticos de gratitud y marcharon confiados en la palabra que les había dado.

Practica las disciplinas espirituales en compañía de otros cristianos.
Muchas oraciones son contestadas por el tiempo que pasas en el lugar secreto (tu monte privado de oración); pero hay otras respuestas que llegarán como poder desatado en el ‘aposento alto’; es decir, cuando oras junto a otros creyentes. Existe poder multiplicado en la unidad. La soledad ha sido una de las razones de tu desenfreno. El compañerismo es la clave. Y no solo por el consumo crónico de pornografía sino para que experimentes milagros extraordinarios.  

Realiza ajustes en tu vida diaria que te conduzcan a la abundancia de vida.
Comienza una dieta más saludable, en la que puedas disfrutar pero también puedas cuidar tu salud. Practica ejercicios físicos con regularidad o retoma la práctica de ese deporte que abandonaste tiempo atrás. Ora varias veces al día, comunícate a nivel profundo con las personas que te rodean, escucha buena música, cultiva tu espíritu en la comunión con Dios. Eso jamás te dejará sin frutos.

Esfuérzate en seguir los puntos anteriores y disfruta en el proceso.