SEMANA 1
40 días para la victoria
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DÍA 5
DÍA 6
DÍA 7
Te proponemos 40 días de impacto espiritual, 40 días sobrenaturales, 40 días en los que cada golpe en el ámbito celeste será con el poder del Espíritu Santo.
Ante todo, debes comprender que los 40 días representan un ciclo espiritual, con resultados poderosos.
Para entender todo lo que se vivirás debemos partir de una base clara y firme. Existe una realidad espiritual inamovible:
Cristo nos hizo Totalmente libres,
pero la mayoría de las veces no ‘andamos’ a la altura de esa libertad. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no vivimos en esa libertad?
Si estás luchando con la lujuria, el consumo de pornografía y diversas formas de perversidad sabes que el epicentro de la batalla es tu propia mente. A menudo Satanás usa no solo nuestros pecados, sino nuestros dolores, vulnerabilidades, inseguridades o carencias para atarnos. Él no pierde oportunidad para engañarnos e incitarnos a ‘entrar nuevamente a la jaula’. Por eso, estos 40 días serán para anular y desarraigar su influencia de nuestras propias vidas. Se removerán limitaciones, durezas y maldades. ¡Todo lo que el diablo ha usado y usa para frenar el obrar de Dios será quitado de en medio! Los 40 días no cambian a Dios sino a nosotros. Nos hace sensibles a su voz y dóciles a su disciplina. Como resultado, se activan propósitos, se renueva la vitalidad, las energías, las capacidades de avanzar y el sentido de bienestar. ¡Todo lo bueno se multiplica!
Presta atención a este pasaje: “Ustedes saben que, en una carrera, no todos ganan el premio…Como seguidores de Cristo… vivamos bien…. Así que… vivo con mucha disciplina y trato de dominarme a mí mismo. Pues si anuncio a otros la buena noticia, no quiero que al final Dios me descalifique a mí”, 1ª Corintios 9: 24-27, TLA
Pablo establece la importancia de la disciplina personal. Usa la imagen de un boxeador que pelea, pero que no da golpes al aire sino con un propósito muy definido. Él se debe haber preguntado como todos nosotros: ¿cómo se sujetan las pasiones del propio ser? Y la respuesta es: practicando las disciplinas espirituales (retiros, oración, intercesión, vigilias, ayunos que conducen a experiencias con Dios en el sitio secreto, caminatas de oración, etc.). Y en este sentido tenemos que revalorizar los procesos de 40 días. Cuando hemos intentado casi todo y la fortaleza del diablo parece inamovible es momento de empuñar un proceso específico: 40 días de búsqueda y transformación.
A través de la Biblia vemos que cada ciclo de 40 días sirvió para destronar los poderes espirituales de maldad y alcanzar victorias sobrenaturales, con un impacto eterno. Moisés, Noé, Elías y Jesús pasaron por procesos de 40 días, con maravillosos resultados. Todo lo que ocurrió después de esos períodos de 40 días le llevó gloria al Señor por muchas generaciones.
Veamos algunos casos. Dios le entregó a Moisés los diez mandamientos luego de 40 días de retiro, ayuno y oración: “Pasados los cuarenta días y las cuarenta noches, el SEÑOR me entregó las dos tablas de piedra grabadas con las palabras del pacto”, Deuteronomio 9:11, NTV.
Los diez mandamientos que persisten hasta hoy fueron dados luego de un proceso espiritual de 40 días.
También se registra otro proceso de 40 días de intercesión y en ayuno, a favor del pueblo: “Y yo estuve en el monte como los primeros días, cuarenta días y cuarenta noches; y Jehová también me escuchó esta vez (VRV) y accedió a no destruirlos a ustedes”, Deuteronomio 10:10, NTV. El corazón del líder Moisés fue probado y forjado en este tiempo especial de 40 días.
En el caso de Jesús existen dos períodos muy significativos de 40 días. El primero tuvo lugar en el desierto: “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días”, Lucas 4:1-2, VRV
Al iniciar este proceso Jesús estaba lleno del Espíritu Santo, pero cuando culmina en victoria observa lo que dicen las Escrituras: “Entonces Jesús regresó a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo…”, Lucas 4:14, NTV. Le quitó toda autoridad al diablo y ejerció la suya para dar libertad a los oprimidos y cautivos del diablo.
El otro proceso de 40 días en la vida de Jesús fue luego de su gran victoria sobre la muerte: “Después de morir, Jesús pasó cuarenta días con los apóstoles. Les dio pruebas muy ciertas de que estaba vivo y les habló del reino de Dios”, Hechos 1:3, PDT ¿Cuántas cosas les habrá enseñado durante ese proceso? 40 días para derrotar toda duda e incredulidad, 40 días para mudar a sus discípulos de timoratos seguidores en valientes líderes que transformarían el mundo conocido.
Los 40 días se relacionan con quiebres espirituales muy profundos. Cuando el diablo se levanta, Dios se suscita guerreros invencibles en procesos de 40 días para destruir cualquier maquinación que haya tramado. Veamos ahora a Elías.
Por medio de Jezabel el diablo atormentó al profeta. Éste huyó desanimado. Sin lugar a dudas que miríadas de fuerzas espirituales lo oprimían. De otro modo no puede entenderse que luego de tamaña victoria, como la narrada en 1° Reyes 18, vemos al profeta en ese estado de depresión. Pero Dios mismo lo conduce a la libertad por medio de un proceso de 40 días: “…el ángel del Señor se le acercó y le dijo: ¡Levántate y come!… La comida le dio suficientes fuerzas para caminar cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar a Horeb, el monte de Dios”, 1° Reyes 19:7-8, PDT.
Ese proceso restauró la vitalidad del profeta. Es más, en esos días se enunciaron los juicios que vendrían por delante. El diablo intentó matar a Elías y Dios levantó tres hombres poderosos y transportó a Elías sin ver la muerte. ¡Dios avergonzó al enemigo después de los 40 días!
Cuando hablamos de 40 días, no estamos diciendo que deban llevarse adelante ‘ritos’ sin sentido, sino poniendo de manifiesto que solo el poder de Cristo resucitado rompe las cadenas de opresión diabólica y, por medio de las disciplinas espirituales, entrenaremos nuestros sentidos para el encuentro glorioso que cambiará destinos y mudará historias.
El diablo jamás te dejará tranquilo en este camino de 40 días porque sabe que su poderío corre riesgo. Cuando cristianos auténticos se levantan, no solo en la llenura sino en el poder del Espíritu Santo, caen por tierra sus planes y maquinaciones. ¡Eso es lo que ocurre con 40 días de búsqueda y consagración!
¿Recuerdas cuál fue el objetivo del diluvio?
Erradicar la violencia del mundo.
“Cuando Dios vio que la tierra estaba arruinada porque todo ser humano llevaba una vida corrupta, le dijo a Noé: «He decidido acabar con todos los seres vivientes porque la tierra está llena de violencia… haré que llueva por cuarenta días y cuarenta noches, y así borraré de la faz de la tierra a todo ser viviente que he creado”, Génesis 6:12-13 y 7:4, PDT.
En este caso, el proceso de 40 días significó un nuevo comienzo. El pecado y todo su poder fueron borrados, iniciándose una nueva etapa, llena de esperanza.
¿Qué tienen que ver los 40 días con Belzebú?
En Mateo 12 se nos relata cómo acusaban a Jesús de operar bajo el poder de Beelzebú. Jesús había hecho un gran milagro y, como no querían reconocer a Cristo como el Mesías, le endilgaron la sobrenaturalidad de la obra a Satanás.
Los judíos identificaban a Satanás con el nombre de Belzebú; y esto es correcto desde el punto de vista bíblico, pues Baal Zebub que se traduce ‘el señor de las moscas’ es el nombre bíblico para ‘el príncipe de los demonios’.
En un proceso de 40 días es posible anular el poder satánico, así como se eliminan las moscas en cada uno de las etapas evolutivas.
40 días son suficientes para erradicar la plaga de las moscas, así como cortar con las maquinaciones del diablo, tal como lo experimentaron Jesús y Elías.
40 días representan un tiempo simbólico de fe en que tratamos de raíz las manifestaciones de la oscuridad que se presentan como tentaciones, ideaciones, fijaciones, pensamientos obsesivos o repugnantes, depresión, apatía espiritual, etc.
40 días es lo que te separa de vivir libre, sin opresión del enemigo. ¿Qué harás? ¿Plantarás bandera y levantarás a Cristo? ¿O dejarás que el diablo te siga atormentando? ¡Quítale ese poder! En Cristo y con Cristo tú puedes, ¡vamos!